Oleo de una mujer sin sombrero

Por Alex Alejandro


Nos encontramos media hora después de la hora acordada, tiempo productivo para conocer el detalle de los platos de una pollería-chifa-cevichería, el nombre de algunas calles y el color de algunas casas que podría servir como referencia posterior. Llegó con una sonrisa roja e interminable, una blusa negra ceñida con un escote coqueto, una falda larga y unos zapatos que no parecían zapatos, y cuyo nombre no reconozco.

Partimos al centro de Lima, como si estuviésemos entrando al laberinto del minotauro. Bajamos de una combi asesina cuyo conductor seguramente era fan de meteoro. Nos recibió la ciudad como a todos los que la amamos, ignorándonos completamente. Después de esquivar a cientos de personas en el puente santa rosa llegamos al terreno bautizado con el nombre de nuestra Chabuca Granda. Caminamos por el jirón camaná para perdernos en el color indescifrable de la noche, y poder apreciar las sombras de las edificaciones coloniales y sus hermosos faroles oxidados por el tiempo y la soledad. Éramos ella y yo, dos ciudadanos de una ciudad invisible, hermanos de una madre desconocida, paisanos de paisajes solamente soñados, amigos de un silencio conocido. Pasamos por la estatua de Vallejo que está frente del teatro segura, donde dejamos un poco de melancolía y nos llevamos un poco de palabras.

Mientras intercambiamos ideas en fonemas, y percepciones del tiempo y sus vestidos, hicimos un tour inesperado por los locales que el centro de Lima alberga como a hijos bohemios que siempre son necesarios en cada familia. Después de pasar por la plaza del libertador San Martín, decidimos cosechar el tiempo pasado en una mesa del bar garabateado de poesía setentera, llamado queirolo.

 Ella cuyo nombre me parece extraño y hermoso, sobre todo porque es la primera persona que conozco con ese nombre, establece la serenidad del dialogo amical y yo, tal químico que busca la fórmula de la piedra filosofal, establezco las medidas exactas del chilcano que improviso para ambos. Salud, por el gusto, fue de las primeras palabras que abrieron el telón de una larga conversación donde el ingrediente especial fue, como lo es en la poesía y el arte, la sinceridad. Una presentación sin maquillaje que nos ayudó a compartir el tiempo que a pesar que ya pasó, su historia vivirá en palabras como merecen vivir las grandes historias. La literatura es un atentando contra el tiempo, es la forma como los hombre ganan esta guerra. Y en la necesidad de conmemorar el tiempo vivido con placer, tecleo estas palabras como suelo hacer con historias que uno siempre quiere recordar cuando otros lo leen.

A ritmo de vals criollos que dos trovadores nos recitaban, las palabras fueron cobrando más sentido, uno mayor que el que otorga la RAE. Compartimos la historia de nuestras batallas pasadas, como dos guerreros que habiendo conocido la derrota siguen adelante porque como dice rocky balboa, lo importante no es cuan fuerte golpees, sino cuan fuerte la vida te golpea y sigues avanzando. Ella me dice que cree que no vivió lo suficiente, que aún le falta mucho por conocer, que su Ítaca aún está muy lejos, que la historia no fue justa… entonces, como Zorba dijo alguna vez, creo que te falta un poco de locura para poder ser feliz. Me gusta escucharla, creo que los sentimientos que brindan la amistad, la familia, la pareja… tienen un modo en común de establecerse. Genera tu dosis de locura, le dije, viaja por el mundo le dije, conoce islas y perfumes le dije, camina diferente le dije, aunque su forma de caminar me parece perfecta, creo que todas las personas debieran tener una forma de caminar individual y no una colectiva, una forma perfectamente singular. Voy a escribir esto le dije, espero lo recuerdes.

Entre la cantidad de confesiones, una en particular me dejó sobrecogido, el deseo de ella de poder inspirar a alguien un poema, pero todas las personas inspiramos de alguna manera poesía le dije. Además, algunos escribimos poemas pero nos da cierta vergüenza mostrarlos. Es como desnudarnos, en un poema uno se desnuda de mil maneras. Por otro lado, no le creí del todo porque toda mujer, y más en especial como es el caso de ella, si es agradable, sensible, trasparente y simpática, son capaces de producir en un poeta joven una cantidad de volumen de poesía comparable a toda la producida literaria del siglo XX.

Salimos del bar, y la noche aún estaba ahí, albergándonos bajo la luz de las estrellas que seguramente ya no existen, y seguimos el camino de los verdaderos caminantes: ninguno. Y grité su nombre en plena calle quilca para que el sonido viajara entre la arquitectura de estas calles que a ella tanto le gusta, y que tantos recuerdo de niñez le guarda. Me paré en un pequeño peldaño y le dije, quiero recitarte un poema, y las palabras se fueron soltando y viajaban como aves negras cuyas formas increíbles perpetraban el tiempo y la soledad. El breve recital fue una liturgia interminable que seguramente hoy continúa a pesar que para el tiempo es pasado. La sonrisa de Ella llenó de aplausos mi intervención, y la ciudad parecía moverse como un carrusel y miles de jinetes nos acompañaban.

Terminamos en otro bar, con un pisco sour cada quien, y creo que nos dimos fuerzas para seguir armando este rompecabezas que la vida nos obsequia. Le conté de Yoster, de su interminable espíritu quijotesco, de su sonrisa de papel y de su muerte anunciada. Algunas lágrimas me traicionaron como traiciona el corazón; inesperada y dolorosamente. La noche nos cobijó como dos niños que no se conocen pero creen en el viejo y olvidado instinto del cuerpo humano.

Salimos y la noche todavía seguía ahí, subimos a un taxi y ella bajó primero y nos despedimos como dos vagabundos que vieron juntos un atardecer de verano, donde los colores se mezclan para producir inéditos colores sin nombre. Ella, cuyo nombre me es extraño y hermoso, hizo de esta noche, un relato que me tocó escribir.



Quilca es un pequeño Macondo

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"El arte es sobre todo un estado del alma."
Marc Chagall

Quilca es como un pequeño Macondo, y en su llanura de pueblo fantasma se desencadenan historias que terminan en libros o en canciones. Quilca es un jardín marginal de la imaginación de una sociedad que está acostumbrada a insultar a sus artistas para luego veneradlos póstumamente. Quilca es también un pequeño Comala y sus habitantes son muertos que intentan filosofar sobre la vida eterna.

Los lugares comunes y sus encantos

Quillca reúne en su seno los espacios menos comunes y más frecuentes, cada uno con sus propios encantos y desencantos, y por su puesto, sus propios personajes. Don Lucho o La Rockola (Esto va para ti Ciro, por no hacerme roche...), el queirolo, el centro cultural el Averno y boulevard de la cultura (Entre otros), donde más de una vez cometí el delito antidelito de comprar libros piratas.
Consumir droga en Quilca es como tomarse una coca cola bien helada en pleno día de verano. Es que casi todos los que pasan por estos espacios tienen un antecedente verde o blanco. Hace algunos años (recién chibolo) un amigo periodista del comercio me pidió que le acompañe a comprar algo, así que tomamos un taxi y nos fuimos a la espalda del congreso y fue entonces que se hizo mi primera compra de cocaína. Con el tiempo pude desarrollar la costumbre de ver la compra y el consumo, de la misma manera como puedo ver que alguien compre un helado Donofrio en una tarde cualquiera. Y no es falta de conciencia o moral, solo pienso mas o menos como el buen Abraham Lincoln, que la gente que no tiene vicios, tiene muy pocas virtudes.

La cultura del Perú parece estar depositada en algunas cuadras sucias del centro de Lima, y ser protegida por ladrones, prostitutas y proveedores de químicos ilegales. En Quilca se siente la bohemia de los escritores desconocidos que esperan algún día ganar el Nóbel de literatura, y en esos mismos sueños, vemos músicos y demás artistas, que se juntan en una mesa para discutir de cosas trascendentes como intrascendentes.

En estas calles sabemos qué cosas podemos encontrar y que cosas no. Los vendedores de discos detrás de su apariencia de pank tercermundistas, pueden dar a uno toda una cátedra de musicología o de teoría musical. Así que a los amantes de la buena música bienvenidos al paraíso (a un costado del averno), y a los que no pasan del reggaeton por favor nunca vengan a este lugar (lo digo por salud pública).


Los turistas y los que dejamos de serlo

Miles de turistas vienen cada año a conocer y tomarle fotos a nuestra Lima colonial; mientras nosotros solo pasamos, ignorando la belleza que se guarda y que aflora en toda su arquitectura. Quizás para nosotros la belleza de Lima nos es tan natural que ya hemos dejado de verla bella.

Los turistas pasan ignorando la existencia de Quilca, y se pierden del encanto de sus paredes pintadas, de sus veredas sucias por el alcohol, y sobre todo se pierden de la vida bohemia que antes Valdelomar desarrollaba en el palace concert, y que ahora se encuentra en estas calles coloniales y olvidadas por los hombres comunes y por el tiempo.

Quien busca la belleza en la verdad es un pensador, y quien busca la verdad en la belleza es un artista. Nos decía el poeta puertorriqueño José de Diego. Y sin temor a equivocarme, los hombres que habitan en este pequeño Macondo o Comala, de alguna forma u otra, buscan la verdad en la belleza que no está en la vida.

Los personajes

Las personas más cultos que he conocido los encontré en Quilca, y no es que todos tengan maestrías y doctorados; por lo contrarío, su sabiduría viene por ser lectores empedernidos y por una sensibilidad más desarrollada de la normal. Me hubiese gustado estudiar con gente como esa, pero mi suerte de vida universitaria de chibolo de dieciséis años fue encontrarme (en un 80%) con compañeros y profesores mediocres, hombres tristes y estúpidos sin más criterio que lo construido por nuestra sociedad aún más estúpida y caduca.

Recuerdo haberme sentado con muchas personas en Quilca: periodistas, poetas, músicos, dramaturgos, pintores, o simples bohemios. Hablar de ellos, seria comprometerlos en asuntos un poco complejos, pero será para otra ocasión.

En la mesa de siempre

A mis amigos, por las incontables e invalorables horas de chupeta (y algo más) en quilca, por los libros comprados, por los recitales de poesía que compartimos, por los asaltos, por los malos hábitos y por los buenos, por vivir conmigo una vida loca en el buen y mal sentido de la palabra. A todos ellos, yo los voy a seguir esperando en la mesa de Ciro de siempre; ahora claro, más sobrio o más solapa. Ya han pasado los años pues, así que provecho ustedes nomás.

Dicen que la cultural es un proceso de domesticación que no puede llevarse a cabo sin rebeldía por parte de la naturaleza animal, ansiosa de libertad, y en ese marco, Quilca nace como una anticultura vanguardista que con el tiempo, será nuestra cultura actual o parte importante de ella. Hoy nos marginan, mañana nos leerán en libros y enciclopedias. Dejarán de llamarnos borrachos y nos dirán bohemios, intelectuales o artistas.

Olvidé la felicidad en una bolsita de plástico transparente

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Yo nunca aprendí a jugar trompo en mi vida; sin embargo de niño tenía una habilidad que nadie supo de que se trataba. Era algo así como una habilidad autodestructiva. Un vicio secreto y bochornoso, una debilidad de la mente y una habilidad de las manos: los yases.

El principio del fin

Después de ser rezagado de los juegos de fútbol por la sencilla razón de ser el mas malo en patear una pelota en la vida de mis amigos, me vi en el dilema de estar viendo como jugaban desde las tribunas o desde el quiosco de golosinas. Fue ahí, cuando a un costado de las canchas de fútbol pude ver por primera el juego mas fascinante que nunca había conocido: los yases.

Jean Paul Sartre decía que la Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace. Entonces dejé de intentar hacer lo que quería y me puse a querer lo que hacía; pero ese hacer fue clandestino y casi marginal. Era una felicidad a solas, quizás como las felicidades más bellas.

El principio del juego de yases lo aprendí sapeando a mis amigas. Entendí de sus movimientos, del arte de mover las manos, de la geometría y de las líneas que pueden formar los yases una vez en el suelo. Entendí todo: pero nunca tuve el valor necesario para pedir ser parte de su juego. Pues por una lado estaban mis amigos, quienes me dirían los sinónimos más insólitos de la palabra maricón. Por otro, qué dirían mis padres, me llevarían al sacerdote y después al psicólogo. Y por otro lado, estaba la reputación reputa de mis hermanos mayores como los gileritos del colegio en secundaria. Ni imaginarlo, me dirían maricón de por vida.

La primera compra

Yo quería jugar yases, estaba cansado y frustrado de solo hacerlo en mi imaginación. Me sentía como si el mejor jugador de fútbol estuviese muchos años en la cárcel pensando e imaginando la jugada perfecta. Yo ya no podía mas. Era una decisión tomada, y por final más trágico, sus consecuencia iban hacer asumidas.

Un día lunes de otoño, salí del colegio y tomé un carro cualquiera y me bajé en el distrito más alejado que conocía. Ya en territorio desconocido me puse a buscar el mercado más cercano y al vendedor más distraído. Todo esto, mientras iba pensando en el pretexto más real para que el vendedor crea que la compra no era para mí.

Ya una vez frente al vendedor, puse mi cara más amarga y le dije que me vendiera yases para mi hermana (que no tenía) pues había botado a la basura los suyos. El vendedor extrañado por la explicación me dijo “escoge”. Entonces, la frustración de la sobre actuación de escoger cualquiera de los yases y escoger los más bonitos, hizo en mi un pequeño pero poderoso corto circuito que fue apagado por la madre de Antonio, una señora muy linda que era presidenta de la APAFA (Asociación de Padres de Familia) de mi colegio y que se conocía con mi padre. Diciéndome con una mirada de tía chismosa ”que haces alejandrito”. Yo solo atiné a decirle que le estaba comprando yases a mi prima marita. Entonces escogí de pocotón y la pelotita más cercana. Le pagué al tipo y me fui corriendo hacía ningún lado.

La felicidad como juego

Julio Cortázar escribió que la felicidad no es más que uno de los juegos de la ilusión. Mi felicidad en esos momentos no era ilusión sino tan real como las leyes físicas. Mi felicidad era intocable y solo mía. Mi felicidad de chibolo de ocho años, era tan perfecta como el juego de los yases.

Por obvias razones, y desde que adquirí con mentiras mis primeros yases, el lugar de juego para mi fue el baño. Me pasaba horas con la mano en el suelo jugando conmigo mismo, o como diría el viejo político francés del Renacimiento, Michel Eyquem de Montaigne, realizaba mis más serias actividades.

Nadie nunca supo lo bueno que era para jugar los yases. Yo nunca participé en las competencias de yases de mi colegio. Nadie me vio jugar y admirar mis técnicas más insólitas. Nadie estuvo conmigo en los momentos que más quería. Mi felicidad en resumen era un juego solitario, y con el tiempo, me cansé de ser el niño mas feliz del mundo.

Olvidé los yases como al oso de peluche que dormía conmigo. Olvidé lo que quería como un hombre olvida la existencia. Olvidé la felicidad en una bolsita de plástico transparente debajo de mi lado del camarote.

La vida no es color de rosa

El machismo como fenómeno social es extraño. Nunca le había dado tanta importancia hasta que descubrí que estaba arruinando mi vida. El machismo en todas sus dimensiones me parece mierda.

Los hombres olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente y no una condición de las circunstancias, nos dice John Locke; pero yo solo quería jugar yases, y no entendía de esas huevadas.

el fútbol no es más que poesía colectiva

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para vanessa, mmm "Kon cariño"
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"Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral
y las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol.”

Albert Camus


“González se la pasa a Rojas y este toca con Rodríguez. / Cabezazo del delantero y la pelota sale fuera de la cancha. / Falta dentro del área ¡y el árbitro no cobra señores! / Tarjeta amarilla para el 10 por interrumpir el juego. / Todos los defensas están con amarilla, así que cuidado con los fouls. / El público enfervorizado no lo puede creer. Empate en el ultimo minuto. / Tiro de esquina. Zavala peina la pelota y esta se va sobre el travesaño. / Ya van dos tiros cerca del arco. Esa pelota quiere red señores. / El defensa central está impasable hoy. / El portero lo ha atajado todo esta jornada. / El mediocampista le pega a todo lo que se mueve.”

Termina el partido y comienza la crónica.

El fútbol es más que un deporte de 22 jugadores en el campo y de cinco palabras, más que símbolo de lo irracional es de lo humano, más que marketing es amor a un dios esférico y perfecto. El fútbol parece tener su propio mundo, su vaticano y su papa, sus profetas y sus santos, sus pecados y sus glorias.

El fútbol y la vida

A mi nunca me ha gustado el fútbol. Desde niño había despertado cierto odio a este deporte cuando cambiaban mis dibujos animados para ver los partidos locales, y como solo teníamos un televisor en casa, vivía condenado a soplarme dos horas llenas de palabras que a esa edad no podía pronunciar.
Por otro lado, vivía resignado a ser el último o el penúltimo en ser escogido para jugar este deporte, y no es que jugase porque quería sino porque no tenía de otra si quería estar con mis amigos. Esto también revela mis inútiles habilidades para patear una pelota.
Todo andaba bien o como de costumbre en cuanto a los días de partido. Horas en el que paraba o viendo desde lejos como quien no quiere la cosa o leyendo algún libro pequeño. Hasta que de pronto en un partido de eliminatorias al mundial la selección peruana hizo un gol, y por primera vez escuché la risa de felicidad de mi padre y alrededor de él a todos mis hermanos gritando como unos locos dementes mientras saltaban intentado abrasarse para celebrar el ingreso de la pelota en el arco del equipo rival. Desde la cocina mi madre venia con la sartén en mano peguntando de quien fue el gol.

Fue entonces que descubrí que el fútbol tenía más fuerza que la navidad para unir a mi familia, y redescubrí a mi familia a través del fútbol. Desde entonces desarrollé un nuevo hobby, sentarme en medio del sillón esperando los goles de Perú y con ello, los empujones y los gritos de felicidad y las conversaciones de mi familia que ni lo psicólogos pudieron sacar.

Le debo al fútbol muchas cosas en esta vida. Como haber hecho de intermediario entre mis hermanos mayores y mi padre para que compartan momentos tan públicos pero a la vez íntimos. Le debo también ya contagiado por el virus de lo absurdo y los goles, alegrías y tristezas, y a pesar que para mi país y más aún para mi generación fueron más tristezas que alegrías, le doy un gracias sincero y honesto. Un gracias redondo.

Las cosas que ignoraba

En un programa deportivo de cable, escuché a algunos periodistas hablar sobre los mejores jugadores de la historia del fútbol mundial. Entonces uno de ellos hizo referencia que si Cesar Cueto hubiese sido argentino sería considerado uno de los mejores jugadores de fútbol de la historia. Quizás tengan razón, la falta de oportunidades hace perder a las personas más talentosas, y en el Perú tenemos esa estúpida costumbre.

Dicen que Cueto fue y es la mejor volante del mundo. Ahora yo solo me conformo en ver una y otra vez sus jugadas que parecen en realidad versos de un tipo que en vez de manos tienes pies casi celestiales. Le dicen el poeta, y por él entiendo la belleza del fútbol y por el fútbol se puede entender la belleza de la vida, y por esta que comprendemos la belleza de uno mismo.

Al ver las jugadas de Cueto, entiendo las palabras del filosofo francés Edgar Morin "No veo el fútbol como una forma de alienación moderna, lo siento más bien como una poesía colectiva". Y a mi modesto parecer de aficionado que nunca pisó un estadio, estas palabras son exactas, el fútbol no es más que poesía colectiva.

Desde el rey de España hasta el mendigo de la esquina

Desde el rey de España hasta el mendigo de la esquina son raptados por el fútbol. Me parece que no hay política más socialista ni capitalista que el mismo fútbol. Me parece que ningún organismo de estados en el mundo reúne tantos países como las federaciones de fútbol. Señores, el fútbol es más que un fenómeno social, es casi la sociedad misma.

Existen diferentes tipos de amantes tanto en el amor como en el fútbol. El mismo Edgar Morin ha anulado todas sus citas y compromisos durante el mundial para dedicase a ver los partidos. Al decir de Umberto Eco, el juego físico, el deporte, en el que se emplea el cuerpo en sus mejores expresiones, no sólo físicas sino también pasionales debería contribuir a la estetización de la vida cotidiana. "Es algo bellísimo; al menos tan hermoso como el sexo, la reflexión filosófica y los juegos de azar en que se apuestan frijolitos" menciona el filosofo y escritor italiano.

No todos los que mueren por el fútbol son hombres, está también la escritora francesa Francoise Sagan que decía lo que todo varón, y como no, toda mujer podría decir: "el fútbol me recuerda viejos e intensos amores, porque en ningún otro lugar como en el estadio se puede querer u odiar tanto a alguien".

Los dimes y diretes del fútbol

“Tal vez los jugadores tengan la hermosura y la tragedia de las mariposas, que vuelan tan alto y tan bello pero que jamás pueden apreciar y admirarse en la belleza de su vuelo". Menciona El Tiempo de Bogotá en una de sus crónicas deportivas .

El humorista y escritor español José Luis Coll sostiene que un país habrá llegado al máximo de su civismo cuando en él se puedan celebrar los partidos de fútbol sin árbitros. En realidad, cuando los árbitros no sean necesarios, con ellos también se irán seguramente los presidentes y se disolverán las cárceles. Pero hasta entonces, seguimos viendo fútbol.

¿Sabes en qué se parece el fútbol a Dios? En la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales. Pero como dicen, desde el fútbol uno puede filosofar y desde la filosofía es imposible hacer fútbol. Pues el fútbol tiene el arte de lo imprevisto y a la vez puede ser una excusa perfecta para ser feliz.

Si Pitágoras hubiera tenido la suerte de vivir en esta era, posiblemente hubiera sido entrenador de fútbol, porque el fútbol es geometría, apertura y cierre de espacios, movimientos lógico matemáticos. Manifiestan los creyentes del dios redondo y omnipresente.

Pero lejos de dimes y diretes del fútbol. La única palabra o la única oración que puedo decir del fútbol que encierre todo lo que siento, es la misma que está en la vox populi, el fútbol es simplementen el fútbol.

Nota:
Según una página web el primer jugador expulsado en la historia de los mundiales fue nada y nada menos que el capitán de Perú, Mario de Las Casas, en un partido contra Rumania el 14 de julio de 1930 en Uruguay.

Las increíbles aventuras de un superperro tercermundista, o, simplemente, mi mascota rinti


A martín b,
por hacerme recordar el placer
De una crónica bien escrita.

Rinti era un perro que no tenía raza definida. Era una mezcla entre pastor alemán y algún otro perro de pelo corto. Sus orejas se alzaban levemente con el llamado de mi padre y su cola golpeaba el piso después de escuchar los platos que mi madre llevaba a su balde de comida. Rinti tenía pelo muy corto y en su lomo grandes manchas de colores negro y mostaza oscuro, y en su hocico pelitos blancos como barbas de un anciano o un filosofo de oriente. En resumen rinti era como un hermano que los dioses convirtieron en perro para que nos cuide.


Desde que tengo uso de razón siempre ha estado presente Rinti, siempre cuidando la casa y cuidándonos a nosotros y lamiendo mi rostro. A veces lo recuerdo y cierta nostalgia me invade y es cuando extraño sus ladridos y con ello los momentos felices de mi infancia. Recuerdo que me gustaba levantarle sus patas delanteras para que camine mientras me mordía levemente mis manos que soportaban el peso de una felicidad mutua entre un niño y su perro.

A veces sus ladridos me ponían triste pues acompañaban las peleas en mi casa. Yo asustado siempre iba donde él y le contaba mis cosas, sobre las niñas que me gustaban, de mi malas calificaciones y de los miedos que me seguían. Una noche mis padres que normalmente llegaban a casa a las siete tuvieron un accidente. yo estaba solo, esperándolos como siempre mirando los minutos faltantes para recibirlos junto con rinti. Pero esa noche llegaron muchas horas después. Entonces me vi solo y asustado e hice lo que todo niño de ocho años haría en mi lugar. Comencé a llorar desesperadamente.

Recuerdo estar abrazado con Rinti mientras lloraba e imaginaba los mas crueles finales a mi historia de niño de ocho años. Rinti solo me lamía el rostro como limpiándome de las tristezas y del dolor producido más por mi imaginación que por la realidad. Esa noche lo abrace tan fuerte y con tanto amor que sentí que de algún modo me estaba hablando y consolando. Pasado las horas mi padre me despertó del suelo donde me había quedado dormido con mi perro. Abrí los ojos lentamente y vi a mis padres y a Rinti y entonces volví a dormir pensando que mi perro era un superhéroe y que fue a rescatar a mis padres de los peligros a los que estaban expuestos por lo que no podían venir a ver su ultimo hijo que moría de miedo y tristeza.

Cuando tenia entre cuatro y seis año intenté montarlo para jugar a los caballeros de la mesa redonda, donde yo seria el rey Arturo y él mi fiel corcel; Pero siempre se echaba pues no soportaba tanto peso. Entonces me alucinaba He-man y con un palo de escoba que se utilizaba muy bien de espada, le daba poderes increíbles y se transformaba mismo Gringer en una cruel fiera que lucharía conmigo contra las fuerzas malvadas de Esqueletor. Para mí, mi perro era sencillamente lo más grande que tenía.

De niño había escuchado decir a mi madre que Rinti le salvó la vida a mi hermano, un día en que lo estaban asaltando con una pistola a unas cuadras de mi casa. Dicen que mi perro se volvió loco y comenzó a golpear la puerta para que lo dejen salir y al abrir la puerta pensando que quería orinar, Rinti fue corriendo hasta el lugar del asalto donde mordió al ladrón y dio libertad y tranquilidad a mi hermano mayor. Mi madre le dio ese día un pollo a la brasa entero y ser tema de conversación sobre su hazaña durante muchas semanas después.

Super perro

Si superman era vulnerable a la criptonita, Rinti lo era con el sonido de los fuegos artificiales. En épocas navideñas y de año nuevo era imposible ver a mi perro en la calle. Su único lugar era bajo la cama de mis padres. Ahí siempre se quedaba, temblando, aterrado y con la mirada extraviada en la oscuridad del cuarto. A pesar de todo nunca dejé de admirar a mi perro por su valentía y amor a las cosas. Creo que todo tenemos derecho a no ser valientes en todo.

Hablando de derechos, creo sin temor a exagerar que no todos debemos tener como perro modelo a lassie. Creo que la perfección de mascota me parece hasta patético. Mi perro Rinti no tuvo un pelo radiante agitado por ventiladores, no iba corriendo para llegar en el momento justo para salvar una vida, no comía alimento especial de nombres extranjeros y mucho menos nunca recibió una distinción por mi sociedad o por mi calle de cuatro casas; pero mi perro no necesitó ninguna de estas cosas para sembrarse en mi corazón de chibolo y retoñar en palabras o intentos de crónicas o relatos.

Mi perro Rinti tenía un parecido físico a la famosa estrella de hollywood llamado rin tin tin, quizás por eso el nombre con que fue bautizado sin misa y sin agua bendita. Aun que pensándolo mejor, rin tin tin en sus mejores tiempos tenía cierto parecido a mi perro. Así esta mejor. Estas estrellas por muy animales que fuesen siempre se creen superior a uno. Ahí encontramos a los modelos de toda índole (humanos, animales, humanos animales y animales humanos).

Hace algunos meses vi algunas películas sobre un perro bombero, un super perro y perros que protegían al mundo de una manera incubierta de los malignos gatos que querían conquistar la raza humana. En realidad existen una infinidad de películas sobre perros; pero cuantos perros merecen ser el personaje de sus propias historias en el cine. Me parece haber leído que hasta los perros tienen extras, lo que me parece increíble y creíble a la vez, es que en este mundo uno ya puede creer de todo y a la vez de nada.

Entre lo perros mas famosos se encuentran rin tin tin, lassie, pluto, scooby do, bongo (de los dalmatas), astro (de los supersonicos), Bandido (de Johny Quest), Barn (Enemigo del Gallo Claudio), Beethoven, Benjuí (perro bombero), Can Can (Perro de los niñonautas), Charlie (perro de Porky), Dun Dun (ayudante de la tortuga Dartañán), Dino (de los Picapiedra), Droopy, Snoopy (de Charle Brown), Goofy (Tribilín), Hukcleberry, Hush Puppies, K-9 (compañero de intergaláctico), Odie (de Garlfield), Patán, Pulgoso, etc, etc, etc ...

La cantidad de perros es interminable, cada uno con su propia historia y sus propias formas. Desde los mas inteligentes hasta los mas monses, desde los mas buenos hasta los mas malos, siempre pendulan en sus polos opuestos más vendedores. Pero creo que por más famoso y lindo y perfecto que sean los perros de la tv, yo siempre seré fanático religioso de mi querido perro rinti que hoy descansa en la omnipresencia forma de la muerte.


Errar es de humanos, no de perros


Mi perro ayudaba a mi mama a levantar la canasta de víveres con su hocico mientras ella iba corriendo para poder alcanzar al carro que siempre paraba y pisaba para arrancar antes que el pasajero suba. Mi perro siempre acompañaba a mi padre todos los días en las madrugadas-mañanas cuando iba al trabajo. Mi perro daba la mano y hacia pechito pechito (acto de poner sus patas delanteras en el pecho de uno), y tocaba la puerta para entrar y para salir. Mi perro se peleaba para defender a otros perros mas pequeños. Mi padre y mi perro tenían enemigos comunes por así decirlo, el vecino y el perro del vecino.

Yo creo que errar es de humanos y no de perros. Hasta donde recuerdo mi perro nunca cometió falta alguna; pero nosotros sí. Cuando llegaba un nuevo perro a mi cada todos nos centrábamos en el cacharro y dejábamos de lado al viejo Rinti, y el colmo fue que cuando de viejo el necesitaba más nuestra ayuda y no nos dimos cuenta de lo urgente que era. Mi perro estaba enfermo y se estaba muriendo. Un día salió para no volver. Un día dejamos de escuchar sus ladridos para extrañarlos para siempre. Un día nos dimos cuenta que la familia no estaba completa y es cuando nació su leyenda para entrar a un imaginario colectivo de sobrinos, nietos y familiares.

Aun que haya pasado muchos años, quisiera decirte Rinti que tu eres la estrella principal de la película de mi infancia, y que hasta ahora no me perdono haberte dejado ir sin saber nada más de ti. Gracias por escogerme ser tu amigo. Gracias por tus lambidos que fueron como abrazos. Gracias por todos tus ladridos.

Lima, 6 de Agosto de 2008 / 00:58am

Alex Alejandro

viaje al centro de los chinos y viva para contarlo


Julio Verne, el gran novelista francés de los viajes extraordinarios, seguramente nunca se había imaginado que en el futuro o dos siglos después de su presente, exista un medio de transporte en la capital de un país tercermundista ubicado al sur de América, que sea capas de inspirar y dejar de inspirar una seria de sueños y pesadillas.

Viajar en los chinos (Empresa de transportes el chino) a hora punta (llámese desde las 7am hasta las 10am y desde las 6pm hasta las 10pm) puede ser un acto epopéyico en el más completo y absoluto sentido de la palabra. Es que uno se siento como Axcel o el profesor Lidenbrock cuando inician su viaje al centro de la tierra en la novela del maestro Verne. Donde los personajes viven miles de incidentes antes de salir vivos o casi vivos de su gran experiencia.

Pero en los chinos los monstruos tienen otros formatos, se visten de camisas y pantalones y gritan “pasaje, pasaje” con un tono de “me pagas o te pego”, entonces uno le dice un “momento por favor” y tiene como respuesta más amable “rápido, rápido!”. Entre tanta mala atención uno se siente sofocado y es cuando te das cuenta, que el chofer y el cobrador se alucinan artistas vanguardistas y quieren (muchas veces lo logran) meter, esa es la palabra mas precisa, el doble de pasajeros que pueden entrar en el bus. Ellos no creen en leyes físicas. Donde está uno pueden estar tres.

Aquí todo es chévere: la música, el manoseo y el olor

Uno puede ver en esos momentos a gente colgada del bus, y dentro de este, a muchas más personas desarrollando el sentido de la plasticidad corporal y del arte de aguantar la respiración(por el mal olor). Por otro lado, este espacio es propicio para fomentar la violación justificada con ropa y el manoseo peruano solapa. Digamos que a cualquier reclamo la respuesta unísona es una: están empujando pe´.

Cuando uno sube, el cobrador te marea con una sintaxis modernita digna de los seguidores de Vallejo, “avance pa´ atrás” y seguidamente “avance pa´ delante”, uno en realidad se queda en blanco. Seguidamente te das cuenta que el amigo cobrador y chofer tienen una sordera débil y conveniente, y con los últimos ritmos de la cumbia que escuchan en la “Q fm” uno puede volverse musicólogo cumbiambero contemporáneo en la especialidad de los distintos grupos de moda, esto según la cátedra del chofer. Quien además sufre de una sordera extraña que le viene y le va según lo que escucha de los pedidos de “bajo en la esquina” de los señores pasajeros.

En los veranos subir en los chinos es un atentado contra la salud pública, pues el calor humano concentrado de más de cien personas que están apretadas en el bus más el calor del sol hace de este espacio un sauna móvil. La situación se agranda cuando viene el cobrador que se pasea a empujones con los pasajeros para cobrar nuestro digno pasaje, y de pronto lo ves secandandose el sudor que literalmente gotea de su frente con su brazo que también está sudado, y sientes por un olor nauseabundo que el presente como muchos de los pasajeros que se convirtieron en enemigos, se han divorciado del desodorante y de los baños diarios, y de cualquier cosa que tenga que ver con las palabras: salud e higiene.

El Chino Taxi y los beatos

Viajar en los chinos es como tomar un taxi cuyo conductor es un desquiciado neurótico o simplemente, alguien que se alucina meteoro. Pues te lleva en el menor tiempo posible y a una velocidad en realidad alarmante, donde las frenadas son tan impulsivas que terminar encima o en los brazos de alguien es lo más normal del mundo. Hace algunas semanas viajaba leyendo un libro de crónicas de villanueva cuando de pronto estuve a casi medio metro hacia arriba de mi asiento y al segundo siguiente, estaba en el con un dolor en los riñones que mataría a cualquier anciano. Eso me pasa por sentarme al final del carro.

En los chinos como en los demás carros del Perú, uno aprende los nombres de diferentes santos y sus respectivos lugares de culto. Siempre hay favoritos y en este género Sarita Colina da la hora. Osea, podemos pensar que si morimos nuestra alma o lo que quede de ella en un eventual y normal y constante accidente de transito no solo vamos estar cubiertos por el SOAT para que se encargue de nuestro cuerpo sino también por el santo de turno para que vele por nuestra alma. En realidad suena algo beneficiosos después de todo.

Los estadísticos dicen que mas de 500 mil accidentes de transito se produjeron en el Perú en los últimos siete años. Yo me pregunto si los santos también nos sorprenderán con una huelga por la excesiva chamba.

Habla vas!

También desfilan por el oído de uno los más peculiares tonos o desvirtuaciones de la voz que se pueden imaginar que existen. Todo esto envuelto en la más clásica sutileza. Habla vas!

Lejos de las malas experiencia que uno puede tener viajando en el transporte público que en realidad debe llamarse privado, hay algunos cobradores y chóferes amables y honestos que valen parte del Perú que uno quiere y estima. Aquellos que no te estafan con monedas falsas, que no son cómplices de ladrones y que hacen lo posible para que tu viaje sea humanamente aceptable.

De los chinos a la combi

Hablar de la combi en Lima es otro cantar, no en el sentido positivo sino coloquial. Subirte a una de esas formas de movilidad es soportar el tiempo que el chofer quiera quedarse en un paradero o el costo del pasaje regulado no por algún organismo gubernamental sino por la imaginación del cobrador que en muchos casos parece un pirañita. Existen muchos quienes por defender su orgullo y la justicia se agarraron a trompadas con estos señores quienes piensas que ellos nos hacen un favor al dejarnos subir a su movilidad (si así se pueden llamar en algunos casos) que también es toda una caja de sorpresas.

En realidad es increíble la lógica de algunos cobradores quienes cobran el pasaje adulto en un nuevo sol y el universitario que debe ser el 50%, lo ponen a 90 céntimos, y si uno no está de acuerdo tiene que bajarse por invitación del cobrador y de sus malas crianzas, pero si ya la combi avanzó unas cuadras tiene que dejar si quiera una china pues “no te voy a llevar gratis”.

Para los futuros viajeros

Hablar del transporte en Lima es una odisea. Ya en otros países se han dado algunos avances en cuanto al mínimo respeto de la persona. Por ejemplo en México las mujeres lograron que algunas líneas de transporte aperturen buses exclusivamente para el sexo femenino. Creo que debemos avanzar en conjunto para hacer respetar nuestros derechos. Para los amigos y sobre todo para las amigas, que piensan subir a un Chino en hora punta, les doy la bienvenida a una de las novelas más terroríficas que no pudo crear el maestro Verne: el viaje al centro de los chinos.

Agosto, 2008

Alex Alejandro